My sweet Lorraine

Por RLR

Conversamos con el director de “La Historia Oficial”, ganador del primer Oscar que obtuvo la Argentina, de todos los premios de publicidad habidos y por haber… Y un verdadero amante del Lorraine y del buen cine.

Puenzo y algunos de sus 7 guardaespaldas

Fui adicto al Lorraine entre 1963 y 1966. Me hubiera gustado empezar antes pero, habiendo hecho el secundario como pupilo, no tenía chances… Por suerte lo terminé a los 16, al poco tiempo me fui a vivir solo y casi al mismo tiempo empecé a descubrir las maravillas de ese lugar.

¿Qué veías en esa época?

Todo lo que habían hecho los grandes maestros anteriores a mi generación: Bergman, Fellini, Kurosawa, Wajda… las películas de la Nouvelle Vague… Truffaut, Godard, Chabrol… el Free Cinema de los ingleses… Karel Reisz, Lindsay Anderson, Tony Richardson… Si no me equivoco, el Lorraine programaba 1 película por día, con lo cual todos los días tenías algo nuevo para aprender.

¿Ibas todos los días?

Todos. Y a veces no solo al Lorraine. Casi siempre ése era el punto de partida, pero muchas veces la recorrida continuaba por el Arte o por otras salas donde estuviesen proyectando algo interesante. Éramos esponjas (que absorbíamos hasta 3 películas por día) y felizmente en esa época el contexto tenía mucho para ofrecer.

¿Qué era lo que más te gustaba ver?

En los 60 lo que más me movía a mí eran los franceses y los ingleses. Como en esa época ya estaba trabajando en publicidad, había dos nombres tardíos de la Nouvelle y del Free que me interesaban especialmente: Claude Lelouch (Un hombre y una mujer, Vivir por vivir) y Richard Lester (El knack y cómo lograrlo, las películas de los Beatles). Ambos filmaban y editaban con un sentido muy publicitario, por lo que resultaban ideales para “inspirarse”. Acordate que en esa época no había Internet…

¿Los rusos también formaban parte del “elenco” del Lorraine?

Algunos… pero los rusos, en general, se veían más en el Cosmos 70. El Cosmos competía con el Lorraine, pero estaba más orientado hacia el cine de Europa del Este. Tal vez esto no sea exacto, pero en el Cosmos creo haber visto La tienda de la Calle Mayor, La Batalla por Moscú, Trenes rigurosamente vigilados, Joe Cola Loca…

¿Qué era lo que hacía que tuviera una mística tan especial?

Básicamente las películas. La sala en sí no tenía nada en particular. Al contrario, era bastante angosta, tenía una pantalla medio cuadrada, y si te ubicabas en las últimas filas no podías ver demasiado bien. También tenía goteras. Cuentan que en cierta oportunidad afuera llovía tan fuerte que adentro también empezó a diluviar. Sin embargo los espectadores no se inmutaron. Abrieron sus paraguas y siguieron como si nada… porque lo que importaba eran las películas, sus directores… y los debates que seguían hasta altas horas en La Paz o en cualquier otro café de los alrededores.

¿El Lorraine complementaba tu educación cinematográfica?

El Lorraine (y un poco después, los otros “Lo”: Loire, Losuar, Lorange y Lorca) no complementaban mi educación cinematográfica, “eran” mi educación cinematográfica. Yo no estudié cine. En esos años sólo existía la escuela de cine de La Plata; la del Litoral, que estaba más orientada hacia el documentalismo; y la escuela del Instituto. En esta última rendí examen de ingreso y aprobé, pero los horarios que tenía no sincronizaban con los de mi trabajo. Así que nada, aprendí la teoría viendo cine y el oficio lo incorporé cuando empecé a dirigir publicidad.

Escena de La Historia Oficial, Oscar 1986
Escena de La Historia Oficial, Oscar 1986

¿Compartiste la platea con quienes después fueron tus colegas?

Mm… no lo sé. Tal vez, en la oscuridad, una fila hacia delante o dos hacia atrás, estaban Eliseo Subiela, Alberto Fischerman, Juan José Jusid o Pino Solanas… pero en ese momento no nos conocíamos.

¿El Lorraine también programaba cine nacional?

Me parece que no. Tal vez en algún momento hizo algún ciclo dedicado a cierta temática o a cierto director, pero su especialidad era el cine europeo y fundamentalmente su figura insignia: Ingmar Bergman. Siempre se dijo que Bergman fue descubierto en la Argentina mucho antes que en muchos otros países… Yo creo que es cierto, que fue en Argentina. Y concretamente en el Cine Lorraine.

¿Qué pasaba con la censura en aquellos años?

Era la época de Arturo Illia y felizmente todavía no había llegado. Con los sucesivos golpes militares se instaló por un buen tiempo y nos trajo personajes bastante nefastos como Ramiro de la Fuente, Miguel Paulino Tato y algunos otros… pero por entonces podíamos respirar tranquilos y ver las películas sin ningún tijeretazo.

¿Por qué será que, existiendo la enorme oferta de contenidos que hay, algunos directores o películas de aquella época no aparecen en ninguna plataforma? De Brocca, Cassavetes, Rohmer…

Es cierto. Hay nombres y títulos de entonces que son muy difíciles de encontrar. Los chicos más jóvenes se las rebuscan y de alguna manera los encuentran y los bajan. La vez pasada les hablaba a mis hijos (Lucía, Nico, Pepe y Sebastián: 3 directores, 1 fotógrafo) de La soledad del corredor de fondo, una película inglesa que me gusta mucho y que no estaba en ningún lado. No sé cómo hicieron, pero llegaron a ella… aunque es verdad: en las plataformas formales muchos de esos títulos no están. De todos modos no creo que se trate de un tema de nombres “malditos” o de directores marginados sino de derechos no negociados u otras cuestiones legales. En esos casos hay que hacer la de los jóvenes: arriesgarse a los virus y buscarlos adonde sea… O fundar un “Lorrainflix”, lo que no sería una mala idea, no?

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