El pibe de Mau Mau

Por ADLB

Encontrarse con uno de los notables disc jockeys que tuvo Mau Mau es una experiencia muy grata. Sólo hay que apretar play y escuchar.

Willy diviertiéndose con los mozos

“Fui disc jockey de Mau Mau entre 1984 y 1992. Y fui disc jockey, no DJ como les gusta decir ahora. En todo caso prefiero pinchadiscos, como dicen los españoles. Pero DJ, nunca.”

Yo era el pibe de Mau Mau, el más joven de toda esa camada. Es que Mau Mau tuvo 3 épocas: la época “africana”, decorada con cabezas de animales y finiquitada con incendio y asado sobre las cenizas; la época “roja”, en la que predominaba ese color y había unas vigas impresionantes que parecían sólidas pero me parece que eran de telgopor; y la época de “carey”, que fue la mía.

El shock de Susana

Hasta ese momento la música era bastante a pedido. Si a algún famoso o a Lata Liste se les ocurría escuchar tal o cual tema, lo pedían y se los pasaban. No había una “estrategia musical”. De a poco fuimos saliendo de ese esquema y yendo hacia algo más profesional, menos improvisado.

“El” tema de mi período (o de buena parte de mi período) era Sunshine Reggae, que hacía el grupo danés Laid Back. Lo pasábamos todas las noches, a veces varias veces por noche. Bastante antes de eso la concurrencia se “mataba” con Fred Bongusto, Ornella Vanoni, Roberto Carlos e incluso con algo de rock nacional que tímidamente iba surgiendo, pero yo todavía no había llegado. Algo curioso que tenía el boliche era un grupo de bongoceros que tocaban sobre la música grabada, dando una sensación de vivo pero, más que nada, calentando el ambiente.

Lata Liste bien acompañado

El primer Mau Mau había tenido un público elitista que el famoso Julio Fraga, el portero insobornable, se encargaba de seleccionar. No sé cuál era el criterio que usaba, pero lo cierto es que todo fluía en armonía y sin problemas.

Apellidos ilustres, empresarios poderosos, modelos top, deportistas y artistas locales e internacionales integraban la primera fila. Y a ellos se sumaban otros “in” a los que Fraga elegía muy cuidadosamente. Miembros de la realeza europea, notables de la época como Marisa Berenson, Margaux Hemingway, Antonio Gades, Alain Delon y el torero Dominguín, o bellezas locales como Chunchuna Villafañe, Claudia Sánchez, Liliana Caldini, Mora Furtado, Teresa Calandra y Evelyn Scheidl eran caras familiares en el Mau Mau de ese tiempo.

Eligiendo un vinilo matador

En mis últimos años, la concurrencia había cambiado bastante. Seguía siendo gente de plata, pero con menos prosapia. La mayoría eran nuevos ricos que venían a buscar un esplendor que ya no brillaba tanto. Todavía venían algunos famosos: Graciela Borges, Pinky, Noemí Alan, Pata Villanueva, que se llevó al millonario Philippe Junot de trofeo… Olmedo, cada tanto… Jacobo Winograd. También, Federico Peralta Ramos, un tipo genial. A pesar de su aparente extroversión, Federico no era una persona muy sociable: venía a la cabina y se quedaba largos ratos charlando conmigo y tomando té. No tomaba una gota de alcohol, pero era absolutamente transparente. No se hacía el delirante, lo era… Fuera de estos nombres, no recuerdo muchos más.

A pesar de eso, Lata Liste seguía manteniendo su habilidad para hacer del lugar un espacio exclusivo, en el que muchos querían estar. Recuerdo que una noche, no sé por qué motivo, decidió cerrar el boliche con la excusa de que había una fiesta privada. En realidad no había fiesta ni nada, pero era su manera de crear ese misterio, esa fama de inaccesibilidad que lo hacía tan deseado.

El del millón de amigos

El equipo de mi época éramos el Negro Freddy (Andrés Fredes), que había reemplazado a Fraga en la portería; el Tano Fabrizzi, que era el maitre; Hugo Di Doménico, el barman; “Machuca” en la cocina; Miguel Vázquez, el RRPP; Salvador, en el toilette; los mozos y yo.

Salvador era el que mejor conocía la intimidad de todos los habitués… De hecho, su historia inspiró la obra de teatro El señor del baño que Rudy Chernicoff hizo durante más de 30 años.

Sin embargo, eso fue una excepción, porque la reserva era la norma de la casa. “Lo que pasa en Mau Mau queda en Mau Mau” era la consigna. Y sólo la rompían algunos paparazzi inescrupulosos que trataban de pescar a señoras o señores in fraganti para extorsionarlos un poco. Fuera de eso, todo transcurría tal como se había concebido originalmente: como si fuera una fiesta entre amigos, en el living de un millonario.

En sus últimos años el lugar había decaído bastante. De hecho en ese tiempo se filmó allí una película con un título bastante revelador: Los gatos. Era un bodrio insoportable, reflejaba lo que pasaba por entonces, pero no era un buen retrato de lo que había sido Mau Mau. En cierto modo los Lata Liste habían creado una magia que sintonizaba muy bien con su época inicial, pero que en los 90 se estaba esfumando. De Nureyev, Ornella Vanoni, Aznavour y Roberto Carlos habíamos pasado a Las Primas y Ricky Maravilla… Ésa era la distancia.

Lata Liste y Pinky. Freddy y Cristina Onassis

Llevo 55 años pasando música (empecé a los 15 y todavía lo hago) y tengo toda esa música dentro de mi cabeza. De los artistas que escucho hoy creo Maroon 5, Capital Cities, Safe & Sound, One Republic Counting y Lady Gaga podrían haberse escuchado en Mau Mau.

No era un mundo perfecto y seguramente la distancia me lo hacer ver mejor de lo que era, pero dentro de esa cajita (una cajita de carey, como le gustaba decir a Peralta Ramos), la gente parecía ser feliz. No es poca cosa”.

Si querés compartir tus hits de la época, no dejes de escribirnos a hola@amantesdelobueno.com