Agua & Vino

Por ADLB

Esa inmensidad que conocemos gracias a las películas, vuelve a ser noticia pero esta vez para las bodegas.

 

¿Qué tendrá que ver el fondo del mar con el vino?, se preguntarán ustedes.

Quizás deberíamos preguntarle a Jacques Cousteau que hace años halló una gran bodega entre los restos de un barco hundido. Para sorpresa de todos, al probar los vinos encontraron que eran tomables y además, ricos. Pero no piensen en querer hacer shopping de esas botellas perdidas porque ni el contador más brillante podría hacer un inventario de las que descansan en el fondo del mar.

A partir de ese descubrimiento nació la tendencia, más desarrollada en Europa que en estas latitudes, de  envejecer los vinos en el mar, ya que está probado que conservan sus cualidades organolépticas intactas (un nombre tan difícil de leer para referirse a color, sabor, olor y textura). A esto se le suma la presión del agua y la temperatura que son relativamente constantes, la salinidad, el movimiento del mar y la inexistencia de ruido y de luz. Por lo que los vinos bajo el mar presentan sabores redondos y suaves con una mayor intensidad aromática y cromática. Ya lo dijo La Sirenita: La vida bajo el mar es mucho mejor que el mundo allá arriba.

En Argentina, la bodega Wapisa, en Río Negro, es la única que está sobre el mar. Hace un tiempo hicieron una prueba piloto y analizaron el efecto de la temperatura, la luz, la presión y los movimientos del mar a diferentes profundidades y su impacto en el envejecimiento y la evolución del vino.

“Lo que más nos preocupaba era asegurarnos de que no se produjera contaminación cruzada y respetar el ecosistema submarino. Para eso protegimos el vino en jaulas de acero inoxidable y creamos cierres de cera especiales para los corchos”, cuenta Patricia Ortiz, Gerenta General de la bodega.

“En agosto de 2020 organizamos una degustación de las primeras botellas de Malbec y superó nuestras expectativas: después de 8 meses bajo el mar el vino tenía una mayor complejidad en aromas y sabor, resultó un vino delicioso y maduro con un final mucho más largo”.

Y siguen los brindis, porque una cosa trae la otra: los buceadores planean tours para buscar las botellas y las agencias de turismo celebran la excusa para llevar paladares exquisitos a la zona.