Luna llena sobre el Nilo
Son viajes que se hacen una sola vez en la vida, pero perduran por siempre en la memoria y en el alma. Momentos inigualables de belleza absoluta.

No soy sociable. Me aburren los cruceros, pero para conocer los templos y ciudades a lo largo del Nilo no hay muchas alternativas.
El Royal Nile Cruise nos esperaba en el muelle para recibirnos con la clásica copa de bienvenida, una especie de granadina tibia y aguada, que me habían advertido no tomar, para luego adjudicarnos nuestras cabinas con su suave olor a humedad y sus sábanas grises.
Antes del amanecer habíamos subido a un convoy de camionetas custodiadas por gente armada. El desierto. La noche. Las primeras luces. La inmensidad que desconcierta.
Imponente, recortado en medio de la nada, contra un cielo tan azul que lastima los ojos, apareció Abu Simbel. Concebido por gigantes y decorado por artistas delicadísimos capaces de mantener la sutileza de una flor de papiro en el capitel de una columna monumental.
Mirar sin poder pensar. Dejar los ojos posados en algo, en todo, como esperando que en la cabeza se impriman esas imágenes para siempre porque la voluntad ha desaparecido. Bello y raro.
La Presa de Aswan no me conmovió, pero la diminuta Isla de Philae compensa con pura magia: se llega en una barca desvencijada en la que llevé la mano sumergida todo el trayecto, sintiendo la caricia del agua fresca, transparente y verde.
Allí, solo, en la inmensidad del Lago Nasser, se levanta el maravilloso templo de Isis, también salvado de la inundación de la represa.
Abu Simbel.
Cientos de caballitos escuálidos nos llevaban a toda velocidad a Edfú, donde está el templo de Horus. Tiraban de sus calesas decoradas con fotos de artistas populares de la televisión, pompones y borlas de lana de colores llenos de tierra, flores de plástico y manitos de Fátima de todos los tamaños.
Llegamos a Esna. Esna es nada y sin embargo me invadieron los efectos inquietantes de su parecido con India, reconocí la indiscutible distancia de mi tierra, vi al mundo como un aleph: uno y a la vez muchos simultáneos y paralelos y me quedé como aturdida, en ese muelle pobre, mirando los negocios precarios que vendían galabeias (sus túnicas largas de algodón, rayadas o lisas) y malas copias de obeliscos o papiros, mientras esperábamos para pasar la exclusa.
Luxor y Karnak, sus escalas imponentes, sus avenidas de entrada y sus carneros echados fueron casi un banquete que no alcanzábamos a abarcar. Aun así, mi preferido sigue siendo el templo de Hatshepsut, en el Valle de los Reyes.
Luxor, Gran Piramide y Templo Horus.
Egipto vuelve a desafiar al tiempo con ese diseño de modernidad perfecta construido hace casi cuatro mil años en un páramo ardiente encajonado entre montañas peladas.Egipto hace lo que quiere con nosotros. Cuatro días bastaron para enamorarme de El Cairo, fascinante e incomprensible.

Llegar a las pirámides, tan cerca de la ciudad, e imaginarlas emergiendo en la soledad en la que Napoleón las habrá visto, en lugar de rodeadas de infinitos buses de turistas, no fue fácil.
El Museo de El Cairo es, a su manera, una fiesta: bello y detenido en el tiempo, con salas y vitrinas atiborradas que impiden apreciar la manufactura extraordinaria de la cantidad de obras que conservan, cubiertas de suavísimas capas de arena, hechas con una clase y una elegancia que, pensamos, merecerían mostrarse de otra manera.
Tal vez fue el síndrome de Stendhal, tal vez un virus desconocido, pero el cuerpo me dolía por la fiebre y la tos era escandalosa. En lo que parecía una farmacia (que vendía también cosas de kiosco y de mercería) compré lo que interpreté era un antibiótico que me alivió bastante y con el que, envalentonada, mediqué a otra gente que parecía tener lo mismo que yo.

La última noche me sentía definitivamente mal, pero no quise perderme la visión de El Cairo desde lo alto. Era tarde. El mirador del hotel estaba cerrado y solo quedaba un operario arreglando el ascensor. Se ofreció acompañarme a verlo desde el techo. Lo seguí haciendo equilibrio entre andamios y tablones, tratando de dominar mi vértigo.
Vi el Nilo fluir sereno, abriéndose, bajo la luna llena y a la ciudad inmensa, con sus luces, desdibujándose en la bruma al lado de un señor desconocido, igualito a Saddam Hussein que me sostenía de la mano. Inolvidable.
Si querés compartir alguna historia bella o un viaje exótico, escribinos a hola@amantesdelobueno.com
Es como estar viajando! Impecable
Genial reseña de viaje! Cómo estar viviéndola. Me encanta
En estos momentos complicados para viajar,¡al menos un buen relato nos traslada a otra realidad y otro mundo…!
Me encantó es como haber estado ahí! Excelente.
Gracias Diana, uno siente hasta los olores!!! Saludos de los amantes!
Qué buen recorrido Luz, como siempre, magnifico relato!👏🏻👏🏻
Es un relato extraordinario con una característica maravillosa: es tan real que te hace sentir parte de el
Me encanto!!!
Navegar por el Nilo con luna llena es una historia que merecía ser contada. ¡Saludos de los amantes! Y seguiremos publicando historias viajeras…
Un placer poder por un instante estar ahi en Egipto recorriendo con Luz esos lugares unicos , fuertes y a la vez maravillosos.
Yo también hice el crucero del Nilo y comparto tus sentimientos. Pero al llegar a Abou Simbel no pude contener mi sorpresa y al salir del templo, eran las 4 de la tarde, el sol daba sobre las estatuas y las compraba de un rosa pálido y era tan, tan hermoso que no pude contener mis lágrimas
En Lúxor hice luz y sonido en el templo de Karnac a la noche. Llegamos en una especie de Mateo que nos llevó hasta el templo
Al llegar un guía te va llevando y siempre con una voz en off te van explicando la parte que iluminan. Al final del recorrido, te piden que sigas caminando hasta llegar a un anfiteatro, nos sentamos bajo un cielo muy , muy azul, lleno de estrellas que nos iluminaban intensamente y en ese momento se escucha Aida
También lloré y creo que eso no voy a olvidarlo jamás
Tu comentario es hermosos, gracias por compartirlo. ¡Momento único!!
Saludo de los amantes!
Hermoso relato. Me hizo revivir mi crucero por el Nilo. Transmite la magia de la travesia. Gracias !!!
FANTASTICO
Revivi el viaje con mi senora
INOLVIDABLE Y FASCINANTE
Suficiente “ver” el relato y meternos de nuevo en las calesas, difrutar del CataratAswan hotel y la navegacion en, no se si recuerdo bien el nombre “faluca” tipo velerito alrededor de la isla.
Pero pasar una noche en el desierto, disfrutar del Crucero, la compra e intercambio en las orillas con los mercaderes, caida de Sol, el valle de las reinas, llegar a las piramides como a la vuelta de la esquina, porque estan ahi, ahi nomas y no llegar hasta no mas de la mitad del escenso por la falta de aire y de sensaciones raras, el gran bazr, etc. etc.
FABULOSA EXPERIENCIA
Muchos decimos de un lugar despues de conocerlo, despues morir
La Magia de Egipto esta dentro del grupo
Ja ja ja