Un lugar llamado Alex
Todos los que amamos el cine (se llame Lorraine o como más nos guste), tenemos alguna conexión con Alex. Los que tuvimos que ver con la producción cinematográfica lo conocimos de punta a punta. Los que no tuvieron esa suerte, seguramente más de una vez repararon en una frasecita que se repetía en casi todas las películas argentinas: procesada en Laboratorios Alex. Te llevo a recorrer este espacio que ya no existe… pero siempre se recuerda.

En la calle Dragones al 2250 estaba el Laboratorio Alex, el complejo embudo procesal de la industria cinematográfica nacional.
El muro exterior, de diseño incierto, otorgaba mesura a su original y notable función técnica y ocultaba discretamente, sin alardes de volutas y adornos, el interior: un espacio singular, inimitable e inconfundible, el taller de las ilusiones.
Se accedía por una escalinata de 16 peldaños. Al ingresar al gran hall de recepción se percibía expectativa, cansancio, trajín, informalidad, imaginación, fantasía, visión, esperanza o desengaño. Allí funcionaba la mesa de entrada y salida del material, a la que recurríamos frecuentemente con preguntas o requerimientos, siempre atendidos por pacientes informantes. En un lateral, la anodina cabina de la telefonista que, por los parlantes, convocaba a los receptores de llamadas. Dispuestos sobre la pared, un juego de sillones desvencijados y torturados por noches de semidormidas esperas de inquietos y anhelantes personajes que aguardaban la entrega de algún material en proceso.
La concurrencia era heterogénea: distintos oficios, distintos destinos, distintas expectativas, distintas glorias. Sus transeúntes, ocasionales o permanentes, conformábamos una variada especie humana, una asociación o logia en la que convivían decepciones, fracasos, éxitos o reconocimientos… laboratoristas, directores, asistentes, jefes de producción, editores, sonidistas, musicalizadores, proyectoristas, escenógrafos, locutores y artistas.
Desde divas como Isabel Sarli, que descendía de un auto lujoso, subía la escalinata cubierta con un tapado blanco, traspasaba la puerta y, ante las miradas admiradas, ingresaba como una reina a su palacio para encontrarse con Armando Bó. O también Sandro, con su carisma seductor… Leonardo Favio, con su mirada vivaz y melancólica, hasta desconocidos extras convocados para alguna tarea ocasional.
En sus entrañas convivían personas especiales, entre ellos el gran Alberto, concesionario del bar restaurante. El lugar tenía un mostrador en forma de herradura rodeado de taburetes, en los que democráticamente se sentaban, lado a lado, famosos y anónimos. En su interior atendía Alberto y sin lugar a apelaciones decidía lo que debía comer ese día el comensal, sin dar alternativas a deseos personales. Él ofrecía, quizás bajo inspiración mágica, lo que le provocaban los rostros enfadados, circunspectos o contentos de los clientes. Sus menús eran sencillos, abundantes y apetitosos y en más de una ocasión y gracias a su generosidad he comido a crédito.
Las cabinas de compaginación o edición, atendidas por sus dueños y colaboradores, encerraban el misterio de la transformación y ensamble prodigioso de las imágenes. La sincronización del sonido de la claqueta con las tomas de las películas era la orden de partida de un destino incierto y tentador, donde el gusto y la creatividad de los directores y la experiencia de los compaginadores intentaban concluir un relato innovador. Entre opiniones, cortes y empalmes, con el paso de las horas había lugar para el humor, para comentarios de fútbol, de política, de belleza, de virtudes y defectos, propios o ajenos. Por los pasillos se cruzaban realizadores de largometrajes y productores de cine publicitario, una cofradía de diferentes presencias inmersa en proyectos, deberes, sueños y fantasías.
El 8 de enero de 1969 se produjo un incendio. Las pérdidas fueron una tragedia para la historia de nuestro cine. Se quemaron los negativos de Argentina Sono Film y de productoras de largometrajes, documentales y películas publicitarias, y con ellos las matrices para tirar copias de la mayor parte de los filmes nacionales. Sin embargo, los que tuvimos la fortuna de disfrutar esa atmósfera crédula en aciertos y profesiones jamás olvidaremos ese tiempo, hoy aparentemente muy distante y sin embargo tan apegado a nuestras vidas.
La nostalgia es un sentimiento que nos invade cuando pensamos en el pasado, pero en este caso es un recuerdo de un tiempo remoto inolvidable. Corte, se copia. Gracias.
Luis Lorenzo es publicitario, productor de eventos, guionista de cine y autor teatral.
Si querés compartir alguna historia de la época, no dejes de escribirnos a hola@amantesdelobueno.com
Recuerdo con mucho cariño ese lugar. Al profe de la Escuela de Cine de La Plata, Armando Blanco que trabajaba como montajista alli. Ahi se procesaban nuestros cortos como alumnos de la Escuela. Hermoso recuerdo. Muchas gracias!!!
No lo conocí soy de Tucumam
En 1980 allí me vendieron una cameflex 35 mm y 5 minutos de negativo, después estuve 8 días allí trabajando con un Editor en su moviola, (Diego Garcia), me editaron una publicidad en 35 mm, allí cerca a pocos metros estaba CITECO, donde la revelaron e hicimos el sonido en el legendario LOWE, todo es parte de una historia de una época mejor, un cine mejor que no volverá.
Ojala pudiera contactar a Diego Garcia, una gran persona que era editor en una de las cabinas y junto a el estaba por alli un Sr. de apellido Pujol, Productor de cine publicitario, alli estuve yo con una de 35 mm, solo tenia en aquellos dias 19 años.
Hola gente.guardo grandes recuerdos.fundamentalmente porque trabajabamos mancomunadamente.empleados y clientes (una gran familia).Me incorpore a la industria el 1/02/1962 (a los 16 años)en el sector Titulos y luego al Dto. Color como colorista hasta el año 1977 donde hice el cambio a Cinecolor Olivos hasta el año 2015 donde mi ultima ocupacion fue “operador de transfer”.Muchas Gracias.
Me gustaría saber ¿quién era el dueño del laboratorio, que máquinas tenía, que procesos realizaban? ¿revelaban sólo, hacían edición y montaje?
¿Desapareció el laboratorio o se reconvirtió?
En fin, detalles técnicos, tal vez en otra nota.
Gracias.
El primer director fue Carlos Connio Santini y cuando yo me incorpore a la industria (01/02/1962)el director era Luis Sessa,luego su hijo Sandro y finalmente el sr. Crespi.Los equipos de revelado (la mayoria)eran marca “Capeca”cuyo dueño fue el sr.Casali fabricados en la Argentina.Los procesos eran,revelado,copia,titulos,truca y sonido.Los editores tenian cada uno su moviola ,pero eran independientes (no empleados del laboratorio).Abrazo.El Laboratorio no existe mas.(hay edficios y ocupaba una manzana) Dragones 2250 Belgano.
Tenía 17 años y trabajaba en sonido con mi viejo, Juan Carlos Vidarte, en la realización de unos documentales para el Instituto Agrotécnico de la Universidad Nacional del Nordeste. Recuerdo interminables jornadas de edición con Raúl Dell’Oro, la grabación de la locución y la música en Phonalex y los títulos, en otro estudio, con Juan Carlos Villar.
Lindos recuerdos cuando alguno de esos nombres aparece en los créditos de las películas en los canales de TV.
Trabajé con el equipo de profesionales de primera línea de Alex, después Cinecolor.
Volcaban su pasión y su arte en todos los proyectos, no importaba el presupuesto,importaba la calidad y el resultado final.
Aprendí mucho de ellos.
Aqui estamos nos reunimos los ex empleados y habitues de Los Laboratorios ALEX y obviamente tambie de los cinco laboratorios cinematograficos que hubo en nuestro pais.
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