Todo va mejor coleccionando

Por ADLB

Los coleccionistas también tienen un mundo secreto… Hablan en su propia idioma y comparten códigos que solo ellos entienden. Aunque hay excepciones. Javier Petrera es una de ellas. Colecciona memorabilia de Coca-Cola, pero lejos de esconder sus tesoros, los comparte con todo el que los quiera conocer…

¿De dónde viene tu pasión por coleccionar?

No tengo la menor idea, pero sé que viene de lejos. Desde muy chico me gusta coleccionar cosas. Empecé con boletos capicúa, cuando existían los boletos… llegué a reunir unos 15.000. Después me dio por los billetes y las monedas. Creo que en eso influyó un tío mío, que era gerente del Banco de Londres y cada tanto me conseguía ediciones especiales. Y un día llegó Coca-Cola…

¿Tenías algo que ver con la empresa, algún conocido que trabajara en ella?

Nada. Fue puro azar. En el año 86, la que por entonces era mi mujer me regaló un cuadro muy llamativo en el que se veían un montón de elementos relacionados con Coca… No sé si eran los colores, las formas o qué, pero esas imágenes me impactaron tanto que ahí mismo decidí que ése sería mi próximo objeto a coleccionar.

Y te separaste de tu mujer…

Nooo… eso fue después. Coca no tuvo nada que ver.

Te creo… pero no creo que sea muy fácil convivir con un coleccionista…

Depende. En mi caso mi ex mujer, mi mujer actual y mis hijos me conocieron con la locura incorporada, así que no es algo que los sorprenda. Saben que eso es parte de mi personalidad y les gusta.

Coleccionás botellas y también memorabilia…

Actualmente tengo unas 17.000 piezas entre botellas y piezas de comunicación, lo que constituye una colección muy importante, y obviamente voy por más.

¿Dónde guardás el material?

Hace 9 años compré un departamento para poner toda la colección, pero me quedó chico. Hoy la colección se reparte entre ese departamento, una casa que tengo afuera y un depósito. En el departamento, por ejemplo, tengo una galería de botellas que ocupa completamente una pared de 9 metros de ancho por 2,30 de alto. En uno de los baños tengo una onda dinámica. En los dormitorios tengo afiches, objetos de promoción…

¿Tenés más cosas que la propia empresa?

Muchísimas más. De hecho más de una vez nos pidieron material para presentar en exposiciones o para diferentes eventos.

¿Por qué decís “nos pidieron”?

Porque, con otros fanas, hace 8 años creamos el Club de Coleccionistas de Coca-Cola, del cual soy el presidente… desde hace 8 años, jaja. Lo fundamos en mi casa y con el tiempo, además de ser un club de coleccionistas, se transformó en un club de amigos. Son increíbles los lazos que crea esta actividad. De hecho, hoy, muchos de mis mejores amigos vienen del coleccionismo.

¿Se reúnen para “intercambiar figuritas” o para algo más?

Nos encanta intercambiar o ver qué tiene el otro… pero también nos gusta mucho difundir la actividad. El Club es un asociación civil que vincula a mucha gente y que viene haciendo convenciones anuales desde 2012. Las últimas tres las hicimos en uno de los salones más grandes de La Rural y convocamos, en cada una, entre 10 y 12.000 visitantes de toda Latinoamérica, Canadá, España, Turquía y hasta Japón.

¿Los objetos coleccionados solo tienen un valor emocional?

Tienen un fuerte valor emocional… imaginate que cada objeto tiene una historia y de alguna manera tiene un vínculo con vos… pero también tienen un valor económico: una botella rara de Coca puede llegar a costar u$5.000. En la 5ta Avenida de Nueva York, hasta hace unos años, había un local que vendía exclusivamente merchandising de Coca y allí podías encontrar desde productos que costaban 20 centavos de dólar hasta fonolas antiguas de 150.000.

Imagino que entre tus objetos tendrás algún Yo-Yo Russell… (menores de 50 preguntar a sus mayores)

¿Uno? ¡Muchos! Y de todas las marcas de Coca… es uno de los elementos más emblemáticos de su memorabilia. Hizo furor en los 60 y tuvo una nueva vida en los 80. En realidad, en Estados Unidos, se lanzó en 1947 pero a la Argentina y a más de 200 países llegó algunos años más tarde. Hablar del Yo-Yo Russell es hablar de “el dormilón”, “paseando el perrito”, “la hamaca”… no me digas que no te acordás de esas jugadas…

Me acuerdo perfectamente, aunque nunca me salieron muy bien…

Y, no… eran cosas de expertos. Pensá que hasta había campeones internacionales de Yo-Yo…

Me dijiste que tenés 17.000 piezas… si te pido una en particular, sos capaz de encontrarla?

Mi memoria no es la misma ahora que cuando empecé la colección, pero si voy tirando coordenadas seguro que llego. Pensá que el material está clasificado por temática, por tamaño, por tipo de objeto… No acumulamos… co-lec-cio-na-mos. Y la gracia de una colección es ésa: recorrerla, estudiarla, desordenarla y volver a ordenarla… para encontrar algo en particular… o simplemente para disfrutar la experiencia.