La vida es un laboratorio

Por ADLB

Ella es sinónimo de emprender, lo lleva en su ADN, corre por sus venas igual que los aromas, un mundo donde fue precursora. A los 60 años volvió al ruedo y cuenta su experiencia.

“Hay que tener un sueño, -dice- lo que sea, lo que te inspire, después hay que alinear todas las energías para que ese sueño se concrete. No hay magia”. Marta lleva su metro setenta con elegancia. Su cara tiene algunas arrugas, las que da la vida cuando se la vive con intensidad, una sonrisa enorme ilumina su cara y su simpatía cosecha amistades por doquier.

“Empezar o recomenzar es una ruta que realicé varias veces. Es un ejercicio. La vida es un laboratorio y uno tiene que estar dispuesto a la prueba y al error. En el camino se hacen descubrimientos impensados que nos sorprenden. Hay que estar dispuestos a encontrarlos, ser flexible, resiliente y muy apasionados”.

En su mundo de aromas

A fines de la década del 80, Marta llenó las casas y las oficinas con fragancias. Años después, tuvo su propia marca que llevó a la cima del éxito, la vendió pero el grupo inversor la fundió.

¿Cómo se superan las caídas?

Con un buen proyecto, el que sea, algo que te motive, que te haga vibrar. En lo laboral, cuando sobrevino la quiebra, fue un shock doble: no solo se fundió la empresa que había levantado con tanto esfuerzo y dedicación, ¡también fundieron mi nombre! Lo superé gracias a mi familia que me contuvo y a mi hijo tan deseado, que era muy pequeño.

Fuiste una precursora, vislumbraste que los aromas influyen en las emociones….

Aprendí desde la curiosidad, preguntando y leyendo. Hay mucha literatura, los viajes aportan lo suyo y los proveedores son una fuente de información muy interesante. Así uno se va formando, separando la paja del trigo, lo que es válido y lo que suena a cuento. ¡Hay mucho cuento! Siempre fui a lo esencial, esa fue mi impronta. El olfato es el más primitivo de los sentidos y el más desarrollado al nacer. Siempre asociamos el perfume a lo saludable, por esta razón el mensaje prendió más en medio de la pandemia.

Frascos reciclables

¿Hay mucha diferencia entre cómo encaraste tu primer emprendimiento y el último?

¡Abismal! En la juventud todo era necesidad y descubrimiento, fuerza y pasión, a veces en forma indiscriminada, sin elegir, tomando lo que venía. A los 60 cuando comencé PerfumumBue, ya tenía un gran bagaje de experiencia y, sobre todo, definición de prioridades. Sabía qué cosas no quería, elegí algo que me diera placer, que me divirtiera, que me hiciera feliz. Opté por algo totalmente nuevo, un rubro de perfumación ambiental que no había tenido en mi empresa anterior. Quería que la marca contara una historia…

¿Cuál es la singularidad de tu negocio?

En pocas palabras, poco packaging… que no encarezca el producto, que todo pueda ser reciclado o reciclable. La clave está en aplicar los beneficios de los aromas en el ánimo y hoy agrego en la salud, ya que el uso original del perfume fue siempre sanitario, para ahuyentar las pestes. Hoy lo sabemos por experiencia propia. En la pandemia el negocio creció porque siempre fidelizamos a los clientes y pudimos llegar a ellos aún cuando no se podían movilizar.

Somos amantes de lo bueno, ¿qué es lo bueno para vos?

Lo bueno es lo que me hace bien a mí, a mi familia, a mi equipo, a mis clientes. Siento que contribuyo con un granito de arena y eso me llena de felicidad.

Su marca PerfumumBue tiene 15 locales, entre propios y franquicias, en todo el país y en Porto Alegre, Brasil y Santiago de Chile.

Si querés compartir tu experiencia, no dejes de escribirnos a hola@amantesdelobueno.com