Huella y alma

Por Luz Martí

Con un camino armado en el mundo de los eventos, la cuarentena convirtió a Vicky Canale en maestra ceramista.

“Two roads diverged in a wood, and I 
I took the one less traveled by,
and that made all the difference”.

“Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,
yo tomé el menos transitado
y eso hizo la diferencia”.

Esa diferencia de la que habla Robert Frost en su poema The path less taken es la que buscan quienes necesitan un cambio y sueñan con sumar momentos irrepetibles a su presente.

No hablo de cambios explosivos que te lleven a la tapa de Newsweek ni de descubrir el radio, pienso en cambios posibles para vidas cotidianas, que se abran caminos de exploración y felicidad. Vicky Canale es una experta en eso.

Durante veintisiete años se dedicó a la organización de eventos y fiestas. A medida que su clientela aumentaba abrió su propia sede en la antigua estancia familiar en Pilar.

Ofrecía ambientaciones en una época en la que aún no se usaban, cada vez más complejas y sofisticadas tratando de concretar las fantasías y sueños de sus clientes para un día especial.

“Es un mundo fascinante y efímero. Requiere mucha planificación, trabajo intenso y un montaje cuidadoso para que horas después se deshaga todo como en un cuento”.

Para Vicky no hay momentos de relax en una hamaca paraguaya mirando la nada, ella siempre tiene que estar haciendo cosas, aprendiendo y ejecutando.

Para descansar de su enorme tarea con los eventos se inscribió en un taller de cerámica. Le quedaba muy lejos pero era su momentum. Se enamoró, se abocó a practicar técnicas y a generar infinidad de piezas. Nada de medias tintas: Inmersión total.

“La cerámica es un viaje de ida. Es como regar o pescar, entro en alfa, se me ordenan las ideas resuelvo miles de problemas…Son mi yin y yang”.

La familia creció y sus nietos disfrutan felices de “hacer masa” en casa de la abuela-maestra.
“Todo es un juego delicioso donde además, sin notarlo, aprenden cosas que les servirán toda la vida como esperar con paciencia los tiempos de los procesos”.

Al borde de cumplir sus bodas de plata, necesitó otro cambio: renovar esos votos agregándole la cuota de espiritualidad que había faltado en su momento. Buscó la forma de concretarlo, junto a Federico,  su marido, descendiente de irlandeses y estudioso de la cultura celta: nada mejor que incorporar a una segunda luna de miel ya planeada, una ceremonia llamada Handfasting que oficiaría el Druida Niam Connor, algo así como el Sumo Sacerdote de esa religión antiquísima y pagana que promueve principios de comprensión y cooperación con la naturaleza.

De la refinada y lujosa mannor house donde se alojaron la noche de la llegada, cuya dueña quedó atónita con los planes de sus huéspedes para el día siguiente, pasaron al templo de Niam, con sus ropas de bodas, en medio de las gallinas, los pastizales y los nidos de golondrinas… para volver a Buenos Aires con su bendición druida y su recuerdos amorosamente atesorados.

La ​pandemia llegó al poco tiempo para trastocarlo todo y eliminar cualquier posibilidad de fiestas o eventos, pero una buscadora incansable de ideas y experiencias como Vicky, lo tomó como un desafío a su creatividad y recursos.

Llevaba ya muchos años de ceramista y empezó a dar clases. Explicaciones por Zoom para que luego cada alumno le dejara en una cajita, en la puerta de su casa, las piezas amasadas para que ella las hornease, se las devolviera con los pigmentos para decorarlas y vuelta a traerlas para la horneada final.

Poco después esa forma le resultó insuficiente. Hacía falta más encuentros y mayor comodidad. La estancia Carabassa, presente en la familia desde 1860, volvió a tenderle la mano para ese nuevo paso: reacondicionó el viejo galpón para dar sus clases rodeada de naturaleza. Confió en su capacidad para facilitar el bienestar a sus amigos. ¿Qué es sino una ambientación exitosa?

Puso todo su arte en preparar ese lugar de puertas abiertas al campo: un rincón de fuego para los días de invierno, flores en jarrones rústicos, mesas de trabajo respetando la distancia social requerida, música suave, café, té y hasta budines caseros para acompañar el trabajo y la charla.

Vicky Canale se ha convertido en una experta en enseñar, en transmitir lo que sabe, generosamente. La enseñanza irrumpe fuerte como una nueva pasión que descubre y florece en ella como sinónimo de compartir, de dejar ir algo para que crezca en otro.

Una maestra que impulsa a sus alumnas a trabajar, a jugarse, a dejar su impronta en cada obra. Crear y disfrutar en libertad sacándole peso de la autoexigencia: “Las cosas perfectas están en un bazar al por mayor. Acá queremos dejar huella y alma”.

¿Tenés un plan B, un hobby que pueda convertirse en profesión?, dejanos tu comentario.