El Método Doria

Por ADLB

Para hablar de El Método Kominsky, una de las series más entrañables de los últimos tiempos, entrevistamos al reconocido director teatral Santiago Doria (ACE de Oro, 2017) que, como el propio Kominsky, también es actor y maestro de actores.

Douglas y Arkin… o Kominsky y Newlander

¿Te parece que la serie refleja el ambiente teatral tal como es?

Yo creo que sí. Posiblemente la única diferencia entre lo que muestra la serie y nuestra realidad es que la figura del representante, el personaje que interpreta Alan Arkin, aquí no es tan gravitante. Lo es en el cine y en la televisión, pero en nuestro teatro, a menos que se trate de un nombre muy importante, los productores se contactan directamente con los actores. Todo lo demás está contado con mucha fidelidad… y mucho cariño.

El método… es un muestrario de grandes actuaciones… ¿qué pensás de su guión?

Creo que es casi perfecto. Chuck Lorre, el autor, me hace acordar a Neil Simon en sus mejores épocas. Plantea situaciones creíbles, personajes queribles y logra cerrar todas las historias de una manera muy coherente. Si tengo una objeción (pequeña) es cierto abuso de algunas cuestiones escatológicas… pero es un signo de los tiempos y un detalle menor que no empaña para nada todos los méritos que tiene la serie. Lo que logra en la tercera temporada (mantener vivo a un personaje que no aparece prácticamente en ninguno de sus capítulos y mantener o incluso aumentar el atractivo de las dos temporadas anteriores) es una verdadera hazaña.

Sos maestro de actores… ¿te identificás con Kominsky?

Absolutamente. La relación que se plantea entre los alumnos y el profesor es tal como se ve allí: el profe se sienta en primera línea, los alumnos van pasando a mostrar lo que prepararon, el profe los baja de un ondazo si van por mal camino, los torea para bucear en ellos, para sacarles algo más… e incluso se da el lujo de denostar un poco la profesión para ver si eso los desilusiona o los reafirma en su vocación. La serie plantea algo que no es ningún secreto: la profesión de actor es inestable, complicada, con grandes posibilidades de fracaso. Por eso me parece muy honesto cómo la maneja Kominsky. No la mistifica, aunque deja muy claro que la ama profundamente.

Santiago Doria, un hombre de teatro

¿Los alumnos de la serie son parecidos a tus alumnos?

Muy. Están los que vienen por la fama, los que realmente tienen una vocación, los que quieren probar algo distinto… Hay de todo, pero lo que todos quieren es subirse a un escenario. Al teatro se entra por el escenario… después decidís si eso es lo que te gusta o lo tuyo se orienta más hacia la escritura, la escenografía o cualquier otra área. Roberto Cossa, Carlos Gorostiza, Héctor Calmet son muy buenos ejemplos de eso: se hicieron famosos por los espacios en los que más brillaron… pero entraron por el escenario, probándose como actores.

En uno de los capítulos de la última temporada se habla de la envidia que provoca el éxito… ¿Es tan así?

La envidia existe en el teatro como existe en cualquier actividad. En la serie el tema está reforzado para que funcione dramáticamente (y de paso para incluir una notable intervención de Morgan Freeman)… pero creo que la envidia y la competencia son cuestiones humanas, no exclusivamente teatrales.

Santiago Doria, con la Compañía de Teatro Clásico, en el Festival de Almagro, España

Michael Douglas, gran galán de los 80, no tiene ningún pudor en mostrar sus años y sus achaques… ¿los galanes locales harían algo parecido?

Los galanes, no sé… Los actores, sí. Viven componiendo personajes, por lo que componer a un hombre de edad avanzada no sería algo excepcional. De hecho, hace algunos años, cuando hicimos Visitando al Sr. Green con Pepe Soriano, Pepe hacía un personaje de 87 años cuando en realidad en ese momento tenía 75. Lo hacía tan bien que una vez escuchó que, en la platea, alguien dijo: “qué bien actúa, pero qué viejito está”… por lo que a partir de ese momento, cuando en el final salía a saludar, pegaba un salto digno de un pibe. Le decíamos que un día se iba a partir los dientes contra el piso, pero no le importaba. Quería dejar claro que lo suyo era un personaje… y realmente lo dejaba.

Es asombroso cómo los actores, aún los de bastante edad, mantienen la memoria…

¡Elogiarle la memoria a un actor es lo peor que le podés decir! La memoria es una herramienta básica del oficio, sin la cual no podés siquiera empezar… es el ABC de su métier. Alabarle esa “cualidad” es casi ofensivo…

Más allá de Kominsky, ¿cuál es el secreto para ser un buen maestro de actores?

En la docencia teatral, como en cualquier otro tipo de docencia, lo más importante no es cuánto se sabe sino cuánto se puede transmitir. Personalmente lo que intento es despertar la curiosidad, generar cierta inquietud para que el alumno se haga preguntas y vaya por más… Me parece que ése es el punto de partida… El resto es trabajar, trabajar y trabajar. Tal vez por eso me identifiqué mucho con el final de la serie: cuando Kominsky llega a su Estudio con el premio que acaba de ganar, lo apoya sobre una banqueta y le dice a sus alumnos: “ahora, a trabajar”. Si hay un secreto para ser un buen maestro de actores, creo que es ése.

Si tenés alguna historia entrañable para contar, escribinos a hola@amantesdelobueno.com