De aquellos barros, estos lodos
En el campo siempre llueve en los feriados puente, un relato con mucho humor de un fin de semana familiar.

Callé, preparé el bolso, junté comida como para una estadía en la Base Marambio y subí al auto. Disfrutaríamos como antes y lo mío volvería a ser la madre gallina, limpiadora y nutricia en su máxima expresión, más algo de intemperie y algo de lectura. No estaba del todo mal.
Nuestros hijos fueron llegando por tandas: con la novia, con el amigo, con el perro o con lo que tuvieran a mano. Organizamos turnos de duchas para el uso del único baño que funcionaba (el otro era un montón de escombros esperando volver a la vida hacía como cuatro meses).
Todo vibraba alegremente en una maratón alimentaria que después del desayuno, seguía por el mate de media mañana, la picada, el asado, el té con scons, el fernet con queso, salame y galleta, las migas de pan por el suelo, la yerba en la mesa ratona, en las mesadas y alrededor del tacho de basura (nunca adentro) y los fideos tapando el desagote de la pileta de la cocina. La lluvia empezó el viernes. La vida se concentró en el living del Gran Hermano: un geiser de ropa embarrada, botas de goma y medias húmedas. Un piso de mosaicos cubierto de pinceladas matéricas y negras como un cuadro de Tápies.
Los caminos se habían vuelto intransitables, los arroyos desbordados como nunca y la alegría inicial era puro resentimiento hacia esa naturaleza inclemente y traicionera.
Los teléfonos empezaron a morir, las velas, a acabarse. La leña seca y los cigarrillos, ni rastros. La comida fresca se iba terminando y los platos no sólo se repetían sino que se combinaban en un desconcertante y muy poco atractivo festival de hidratos de carbono.
Callé. No quise recordarles mis vaticinios. Disimulé mi abstinencia de bar de la esquina, de WIFI, de Instagram y mis ganas de dar por terminada de una vez esa experiencia comunitaria y bucólica.
Igual, me parece que algo de eso sospecharon porque tan buena actriz no soy.
Hola, he leído escritos tuyos y siempre me resultaron descriptivos y muchas veces me hicieron reír. Este tiene esa nostalgia de los tiempos repetidos, que al mismo tiempo resulta ser, de alguna manera, una carga. Muy buena descripción y muy explícito el estado de ánimo. Me lo imaginé tal cual. Te felicito!
Jajaja como siempre Luz, tus relatos son geniales !!!!!!
Genial el relato. Imagino cada una de las situciones y los personajes. Me haces reir mucho querida amiga.
Vos conoces esas experiencias!
Bien dicho, Martilucita ! Y mejor escrito !
Tan certera la descripción. Es que, aunque vos sabes que hace 40 años que no piso el “campo argentino” (lo que me evitaría sufrir síndrome de abstinencia Instagram), las migas siguen siendo las mismas. Y veo, no sin nostalgia, que los teléfonos se siguen muriendo.
Hola Fede, desgraciadamente dependemos cada vez más de la conectividad que anda cada día peor…¿Pudiste recorrer el sitio? Gracias por escribirnos, saludos de los amantes!
Jajaja excelente!!! Esos encuentros familiares siempre te demuestran que no somos los ingalls
Hola Ale, puertas adentro, todos somos humanos jajaja. Gracias por escribir…Saludos de los amantes!
Me divierte mucho como contas la “triste realidad” de las familas amuchadas !! Sos genial Luz!! 👍👏👏
Qué bien contado Luz! Quién no ha pasado por esas experiencias fatales!!
Que buen relato, y fotos al tono!. Tenes el arte de describir de una manera muy especial. Lindisimo!.