El chamán de las olas
Daniel Gil te explica porqué el surf es el camino a la purificación.

Pasaron varios días hasta que logramos coincidir fechas y horarios para encontrarnos. Cuando finalmente lo conseguimos tuve que posponer la charla un poco más para que terminara de tratar con el gasista que le iba a instalar un termotanque.
-Creo que más que por el surf, te voy a hacer la nota por la epopeya de haber conseguido un gasista en estos tiempos.
Daniel se ríe con una carcajada franca y estrepitosa y yo ya veo que tiene toda la onda. Voy a charlar con una leyenda de Mar del Plata y uno de sus personajes más queridos.
Vive sobre la playa, no tiene más auto, surfea todos los días, ha enseñado a cientos de personas el arte de conectarse con el mar, a Adolfo Cambiaso, a Facundo Arana y hasta a Donald que escribió su famosa “Tiritando” en la época que lo visitaba a diario para aprender a correr olas.
Daniel Gil tiene setenta y seis años, una energía desbordante y mucho más: es un hombre de familia, del mar y de Dios. Un hombre libre.
Se enamoró del surf en Miami y se convenció de que su futuro estaba allí cuando en un negocio encontró una vieja cruz de malta con una turquesa que en el revés tenía la inscripción: I am a surfer.
Lo sintió como un mensaje clarísimo. “Cuando conocés las olas es como encontrar un nuevo amor, como tener un millón de novias que te esperan por todo el mundo”.
Después no hizo falta nada más: aprender a surfear, traer de contrabando desde Perú las primeras tablas a la Argentina en un viaje con el equipo de Boca del 63 y con la ayuda de Rattín, Marzolini y Sanfilippo convencer al empleado de la Aduana de que era un material para entrenar en el club.
“El surf te cambia la personalidad, te va modificando todos tus puntos de vista, más allá del deporte. Te resetea, es sanador porque te conecta con tu interior. El agua salada es mágica, es nuestro plasma. En la escuela tengo alumnos de hasta cincuenta y cinco años que nunca se habían subido a una tabla. Llegan de la ciudad serios, verdes, tensos, con caras de traste y cuando se van, aunque haya sido una experiencia corta, son otros, porque es muy intensa: se relajaron, sonríen, encontraron respuestas a otras cosas que buscaban, lograron conectarse con la felicidad”
Daniel ha competido toda la vida y ganado incontables campeonato y premios. Sus nueve hijos son surfistas apasionados y entre ellos también hay campeones de todo tipo. Los nietos disfrutan a diario con las cariñosas y divertidas enseñanzas de ese chico grande que es su abuelo. Son la familia surfera más grande de América del sur. “A mis hijos les enseño a pensar y a surfear”.
En su afán por compartir ese amor al mar y al surf, Daniel da una beca en su Academia Argentina de Surf a los chicos que tengan notas arriba de 7 en el boletín.
“A mis alumnos – he tenido cientos – yo los llamo mis hijos del agua y su gratitud es un premio que me colma. A veces vienen chicos que han tomado clases hace años y me repiten una frase que les dije y les quedó grabada. Una frase que a lo mejor les pegó justo y los ayudó a pensar distinto y mejor. Cuando rezo le pido a Dios que me ilumine para poder decir a mis alumnos cosas que necesiten, muchas veces son frases o enseñanzas que exceden lo deportivo. A veces pasa. Yo no me acuerdo, claro, pero ellos sí”.
Daniel está convencido de que el surf tiene mucho de filosofía y por eso sus adeptos, aunque pertenezcan a distintas razas, nacionalidades o religiones, pueden convivir en armonía en cualquier lugar del mundo. Hay algo más fuerte que los une.
“El surf es una bendición, te da las herramientas para que te conviertas en la persona que siempre quisiste ser. Te enseña valores indispensables, te educa en la paciencia, la voluntad, la perseverancia, el esfuerzo, la seguridad en uno mismo, la serenidad, la relajación, el poder de reacción, de decisión (no se puede vacilar). Influye en tu cuerpo porque te reactiva los reflejos, te armoniza energéticamente, borra pensamientos negativos (los surfers no van al sicólogo) y te conecta con lo Divino.
Hace muchos años que su relación con el mar y las tablas le cambió la vida y cree que es lo mejor que pudo haberle pasado. Hoy sabe que deja a sus hijos la mejor herencia: la del espíritu libre del surf.
A partir de esta nota y de la pasión del protagonista pude comprender un poco más…y mejor, ese mundo que desafía olas y entrega gran parte de su vida al surf.
Qué buenisima vida!! Y super la nota!!!👏👏
Gran historia, gracias por compartirla
Gracias Inés, qué lindo saber que te entretienen nuestras historias!!! Cariños!!