Cadena de eslabones…
Volvía del trabajo, hacía mucho frío pero la vida me regalaría una historia solidaria.

La noche era helada, típica del mes de agosto, el frío calaba ferozmente hasta los huesos, yo trabajaba en el área de Aduanas del Aeropuerto Ezeiza.
Serían las 9 y viajaba en un micro rumbo a mi casa, en Monte Grande. De pronto subió un niñito de no más de cinco años con el pulovercito demasiado viejo y con grandes agujeros donde se podía observar su piel.
Yo que tenía puesto mi gamulán temblaba, cuando lo vi se encendió un calor en mi corazón parecido al dolor que provocan estos panoramas. Primero le compré unas golosinas (caramelos y turrones)… cuando se las di, y ante la mirada extrañada del niño, aproveché para preguntarle hacia dónde se dirigía.
Me contestó con voz vergonzosa y casi imperceptible: “Hasta la estación de Ezeiza”.
Mientras, yo pensaba cómo podía ayudarlo. Rápidamente se me ocurrió una idea.
-¡Qué bien, yo también voy hacia allá! (Los que conocen el recorrido saben que el colectivo va hacia la parte exactamente contraria).
Ambos bajamos en el Cruce de Flores, lugar helado y solitario, solo están las vías del tren y la parada de los colectivos hacia Ezeiza. La niebla típica del invierno lo cubría todo, subimos al transporte que se dirigía hacia aquella estación ferroviaria.
Cuando bajamos, yo tenía muy poco dinero… solo alcanzaba para un gorrito, un par de medias, un café con leche y un sandwich de jamón y queso.
Entramos a un bar, el mozo me miró y me dijo en voz baja:
– ¿Por qué gasta dinero en este vago?
Lo miré con ojos relampagueantes y le contesté:
-¡Bueno, pero al menos hoy comerá!
Cuando salimos de vuelta a las frías calles le pregunté dónde vivía, pero el niño se negó a contestar. Entonces con voz muy suave le dije:
– Escuchame bien, mañana a las 18 horas voy a estar en el Cruce de Flores, justamente en la parada de colectivos, decile a tu mamá que se acerque que yo intentaré ayudarla.
Contestó un bueno en un tono bajito mientras corría temeroso a la estación, a refugiarse en el andén.
Al día siguiente llené una valija con ropa de mi sobrinito que tendría mas o menos su edad, prendas que ya no usaba. Cargando la bolsa llegué hasta la parada, el viento comenzó a golpearme el rostro pero yo no me movía, esperaba a la mamá.
Al rato se acerca una mujer morocha y un poco desaliñada, me miró pero no me dijo nada, me ignoró totalmente.
Pasaron tres colectivos y de pronto se largó a llover.
Miré a la señora y le dije:
– Señora, ¿no se ofende si le doy una valija con ropa de niño?
La mujer esbozó una mísera sonrisa y me dijo con ojos llorosos:
– Juancito me envió pero yo no estaba segura si era usted, señora.
– Señora, le dije con un tono lo más suave posible, ¿me puede dar la dirección de donde vive así le envío una visitadora social?
Me dio una extraña dirección, cerca de un campo que estaba detrás de la Cárcel de Mujeres.
A la mañana siguiente llamé a una visitadora social y le pasé la dirección.
Tres años más tarde yo estaba en el baño del Aeropuerto de Ezeiza cuando escucho mi nombre por el altavoz, me comunicaban que mi vuelo de Alitalia estaba demorado.
En ese momento giré sobre mis talones y me dirigí hacia la puerta para ir a la sala de pre embarque. Pero una voz desconocida grita mi nombre.
– Usted es María?
– Sí, le contesté…
Ella se abalanzó y me abrazó y entre lágrimas agregó: “Usted salvó a mis cuatro sobrinos de tuberculosis”.
– Imposible, le contesté. Rápidamente se presentó y me contó la historia, era la tía de Juancito. Yo le había enviado a la visitadora social que se había ocupado de cuidar a su familia.
Me dirigí hacia mi asiento en el avión pensando que la vida es una cadena cuyos eslabones se conectan. La solidaridad es la evidencia de que el amor al prójimo siempre dignifica al ser humano…
Esta historia entrañable nos llegó por mail de una amante de lo bueno que prefirió no dar a conocer su nombre. ¡Gracias, publicamos su historia porque puede inspirar a otros a hacer lo mismo y así no romper la cadena de eslabones!
Fotos: Unsplash
Hermosa historia! Cuánto de ésto nos hace falta. ❣️
Hermosa historia, pensar en el otro
Lo único que necesitamos es Amor.
Quizas sea cuestion no de abrir lo ojos sino el corazon..para ver que tan solidarios podemos ser ..y generosos cuando dejamos que la empatia nos gane …
Decía mi padre “Donde reina el amor sobran las leyes” con amor solo podemos salvar al mundo, felicitaciones para esta persona de alma generosa.
Es una hermosa cadena de amor. Me emocionó en grande
que conmovedor es ver a alguien que se preocupa por el próximo en un mundo tan desigual e indiferente. Algún día quizás llegara el momento en que esto no suceda cuando el estado se ocupe de problemas reales se evadan de discursos llenos de hipocresía.
Si todos hicieramos algo así por día no veríamos niños con frío, hambre y tristeza
Todos debemos poner nuestro granito de arena con el prójimo. Simplemente un poco de amor