Por siempre jóvenes

Por ADLB

Forever Young, “el musical que le encanta a los que odian los musicales”, cumplió 10 temporadas y van por más. Buena oportunidad para conversar con su director: Daniel Casablanca.

Con Forever Young se metieron de cabeza en el mundo de los adultos mayores… muy mayores. ¿hicieron alguna investigación sobre el tema o le entraron directamente a los personajes?

No hizo falta investigación, siempre en las familias hay referencias de personas mayores. Normalmente hay más referencias de mayores que de menores… a menos que uno sea el mayor. Nosotros trabajamos sobre esos modelos: un abuelo, un tío, algún (literalmente) viejo conocido… Y sobre sus comportamientos, gestos, formas de hablar, fuimos recreando los personajes.

¿Los arquetipos venían diseñados desde el texto original?

Los roles estaban definidos –la vieja que insulta, el rockero, la parejita-, pero la premisa fue que cada actor se imaginara a sí mismo unos 40 o 50 años más viejo y se representara de esa manera… exagerando algunos rasgos, claro, ya que se trata de una comedia. Durante estos 10 años algunos de los integrantes del elenco fueron cambiando, pero hay varios que están desde el comienzo. Lo gracioso es que cuando estrenamos tenían 30 y pico de años o tal vez menos, y ahora tienen que ir achicando ese ejercicio de imaginación.

La obra original es noruega, aunque ustedes trabajaron sobre una versión española, ¿no?

Exacto. Adaptamos el repertorio de canciones y le dimos un tratamiento diferente al humor. Aunque nos parecemos en muchas cosas, el humor español es un poco distinto al nuestro. Otra cosa en la que nos diferenciamos es en la elección de la música. Sorprendentemente la versión española solo usaba música en inglés. En nuestra adaptación tratamos de buscar música entrañable, que resonara emocionalmente en nuestro público. Tenemos algunos temas en inglés, pero más que nada tangos, valsecitos, baladas, temas del folklore y del rock nacional… música que está en el inconsciente colectivo.

Hace muchos años, cuando Astor Piazzolla había escrito Balada para un loco, fue varias veces a tocarla al Hospital Borda… ¿Nunca pensaron en llevar Forever a un geriátrico?

Lo hicimos. Un geriátrico de Uruguay nos invitó a hacerla en su residencia y allá fuimos. Fue una experiencia muy conmovedora. No sabíamos muy bien cómo nos iba a tomar un público que estaba en una situación muy similar a la que muestra la obra, pero felizmente todo funcionó bien. Los viejitos se emocionaron mucho, aunque creo que nosotros nos emocionamos todavía más.

Aunque no sos el productor, te preguntamos: cuando comenzó el proyecto, ¿no los asustó la idea de montar “un musical que transcurre en un geriátrico”?

Sebastián Blutrach, uno de los productores, lo había visto en España y sabía que apenas empezaba la función el susto pasaba… Pero es cierto: para mucha gente la vejez es un tema tabú, del que no se habla, que hay que invisibilizar… justamente lo opuesto a lo que hicimos nosotros.

¿La risa ayuda a hablar del tema?

La risa sirve para todo, sobre todo para hacerte reflexionar… Fijate que, entre risas y canciones, lo que de alguna manera te dice la obra es que el problema no es llegar a viejo sino llegar sin proyectos, sin una pasión. Yo veo actores mayores, bastante fisurados, que se suben al escenario y de pronto tienen 20 años menos. Y eso puede pasar con cualquier actividad. Es una cuestión de actitud, de encontrarle la vuelta… pero desde el momento en que nacemos. No es algo que uno tiene que descubrir de viejo, todos los días tenemos que prepararnos para la vejez, todos los días tenemos que sembrar algo para tener una vejez feliz. Por otro lado, como dice un famoso actor inglés, “considerando la alternativa, la vejez es lo mejor que nos puede pasar en la vida”.

Suponemos que después de 10 temporadas Forever debe tener una buena cantidad de anécdotas para contar…

Uy, pasaron muchas cosas. Una de las más divertidas ocurrió en la noche del estreno. De pronto, en medio de una escena, un viejito que estaba en la primera fila, muy cerca de la punta izquierda, se puso de pie y muy lentamente fue atravesando toda la hilera hasta llegar a la punta derecha… Como el escenario de El Picadero, donde se representaba la obra, es bastante bajito, el hombre tapaba completamente la visión por lo que los actores se pusieron en pausa y la función se detuvo hasta que el señor terminó su recorrido. Nunca supimos si se fue al baño y se olvidó de volver o qué, pero fue un momento surrealista… sobre todo porque a la salida nadie dejaba de comentar: “qué bueno lo del viejito que pasó por adelante, ¡qué ocurrente!!!”.

¿Cómo sigue Forever?

Por ahora seguimos con los viejitos originales, pero estamos preparando una segunda parte para la cual ya tenemos argumento y canciones. En cuanto los autores originales nos autoricen, nos ponemos a producirla… y entonces, sí: Forever, for ever!