Un viaje de ida

Por Luz Martí

Amor al agua, al silencio, a la naturaleza y a la aventura. Estar atento al pique…y dejarse llevar al estado alfa.

Las luces del quirófano habían quedado demasiado lejos y los olores y sonidos de un espacio aséptico y frío, desvanecidos frente al azul impecable de ese lago patagónico con playa de piedras blancas y juncales quietos. El Dr. Gilardón pescaba. Sentado en su belly boat (una especie de medio bote impulsado por él mismo con sus patas de rana) sostenía una caña de apenas 70 gramos, con una sola idea en la cabeza: encontrar el lugar adecuado para iniciar su día de pesca de truchas.

¿Porqué la pesca con mosca?

Porque es un tipo de pesca muy delicada, muy técnica. La conocí hace quince años gracias a un amigo y no pude abandonarla. Tomé algunas clases con Julio Nocito que es un crack. Las clases te ayudan a evitar muchos errores. Una vez que más o menos le agarrás la vuelta, podés ir por tu cuenta.

Abel Gilradón, cirujano general y de tórax, nos cuenta que lo primero que hace antes de salir es observar bien el agua para descubrir indicios de movimiento, pequeños saltos de truchas, así podrá elegir el spot y la mosca adecuada.  “Hay cosas que te perjudican y a las que hay que estar atentos, por ejemplo, el viento o las noches de luna. Si hay mucha luz la trucha come de noche y, a la mañana siguiente, no está “cazando” larvas ni insectos con tanto entusiasmo”.

Miro su equipo enorme, perfectamente ordenado sobre la playa del Lácar. Pienso que acarrear todo eso es casi como mudarse y quiero entender más acerca de la mística y la magia que envuelven esa pesca.

Por lo que veo el equipo es inmenso…

Y…son varias cosas, se ríe. Rodeado de una parafernalia de objetos incomprensibles. El proceso de preparación lleva bastante tiempo, hay que ser meticuloso y prolijo. Armar todo para el pescador es parte de la diversión, es prepararte para tu aventura, empezar a salir de lo cotidiano. Para el que mira, no tanto. Por suerte a mi mujer le gusta leer, me acompaña y se enfrasca en su libro.

Miro fascinada varias de sus cajas llenas de moscas de colores, livianas, de plumas iridiscentes y colores vibrantes, me las imagino en un sombrero, en un vestido.

Sin saber nada de pesca, te diría que las moscas son fascinantes…

Sí. Son tremendas. Tengo muchas, aunque mi hijo, que se fabrica las propias con pelo de ciervo y plumas, me gana por lejos. Al final uno termina usando casi siempre las mismas pero es lindo verlas en la caja, con sus colores. Algunas emulan insectos, otras, peces. Coleccionarlas es medio adictivo.

¿Cuando tenés todo armado que hacés?

Desde el principio ya se si voy a vadear (pescar parado usando unos waders –mameluco impermeable con zapatos antideslizantes y resistentes al agua para evitar resbalones) o salir en el belly boat, siempre que el agua esté quieta porque sino te lleva la corriente y no hay pata de rana que te ayude. Con cualquiera de las dos opciones, entro en una especie de estado alfa, en medio de la naturaleza y rodeado de paisajes increíbles. Se pierde la noción del tiempo. Todo es espectacular…y si pescás, ¡mucho mejor! Un día de pesca es tan intenso, te desconecta tanto, que tenés la sensación de haber estado un mes en el lago.

No hace falta más que mirar el entorno para darnos cuenta de que la quietud, el sonido ínfimo de las olitas golpeando la costa, el cielo, el agua y la vegetación de los Andes no puede ser el mejor escenario para un deporte.

¿Tu pesca es siempre catch & release?

Si, siempre. La pesca con mosca es un deporte muy respetuoso de la naturaleza. Hasta tengo unos anzuelos especiales a los que les aplasto un parte para que lastimen menos y sea fácil sacarlos con una pinza de cirugía. Después se vuelve a sumergir la trucha en el agua y se le hacen movimientos hacia adelante y atrás para que el agua vuelva a entrar en las branquias y recién ahí, se suelta.

¿Qué lugares son tus preferidos en Argentina?

En el sur hay muchísimos lugares espectaculares como el río Chimehuin en Junín de los Andes. En Bariloche, el Manso que desemboca en el lago Los Moscos también es un spot buenísimo. Y el lago Fonck, que tiene un acceso muy difícil y, por lo general, solo podés llegar si vas a un Lodge de pesca donde te ofrecen servicios muy completos que incluyen guías especializados y traslados y botes de remo porque para la pesca están prohibidos los motores. Es un programa muy divertido porque se comparten experiencias con otros fanáticos del mosqueo.

Abel habla pero no saca la vista del lago. A lo lejos, se ven algunos saltos, movimientos sutiles, que remueven el agua. Todavía quedan un par de horas de luz y el belly boat está esperando en la costa.