Mirar para arriba
Pablo Benegas es un publicitario muy conocido, pero también muy curioso. En sus paseos por la ciudad le encanta mirar todo lo que lo rodea (especialmente hacia arriba) y registrarlo con su teléfono. Sobre su afición y sus preferencias, hablamos con él… en los pocos momentos en los que no se distrajo mirando lo que lo rodeaba.

¿Cómo empezó tu afición?
Siempre me llamó la atención que la gente camina frecuentemente mirando al piso… tal vez el estado de las veredas con sus baldosas desparejas lo justifique. El celular inclina más cabezas que la fuerza de gravedad. Pero al levantar la vista uno va descubriendo esos magníficos edificios de la Belle Époque tan típicos de Buenos Aires. Eso siempre me llamó la atención. Vi como muchos caían siendo irrecuperables. Antes usaba una cámara digital, pero el celular se convirtió en un aliado para conservarlos vivos en la memoria.
¿Tenés arquitectos en tu árbol genealógico o lo tuyo es pura generación espontánea?
En mi línea directa no hay arquitectos, pero debo decir que la arquitectura fue una de las posibilidades al buscar una carrera. La publicidad le ganó la pulseada, pero parece que algo del deseo quedó latente.
¿Cuáles son los edificios que más te atraen?
Los que dejan ver que la arquitectura era una manifestación, más allá de lo utilitario. Tienen la personalidad de sus creadores, su visión del mundo entre los años 1890 y 1920 cuando a través de los edificios mostraban la pujanza de un país decidido a emular a Europa. O por lo menos eso me dicen a mí.
Cuando algo te impacta más que lo habitual, ¿indagás sobre su origen, sus creadores, su historia?
En algunos casos sí, pero en general soy un voyeur que camina cámara (o celular) en mano. Hago largas caminatas tres veces por semana y siempre estoy atento a las sorpresas que aparecen en cada calle. Cada barrio nuevo tiene uno o más premios, esta ciudad es inagotable.
¿Podrías armar un top ten de tus construcciones favoritas?
Es difícil hacer un top ten para mí, pero si puedo hacer una recomendación a alguien que quiera descubrir el mirar para arriba, eso es la Avenida de Mayo del Cabildo al Congreso y seguir por Rivadavia. Una panzada de bellezas.
¿Hay algo de la arquitectura contemporánea que te atraiga especialmente?
La arquitectura contemporánea tiene lo suyo, pero voy a contestar con una metáfora: en arquitectura me gusta el single malt muy añejo. Me gusta su nobleza. En Europa tienen edificios aún más antiguos que nuestra patria y siguen diciéndole algo al mundo.
Además de descubrir edificios maravillosos, ¿qué otras ventajas trae “mirar para arriba”?
Diría que mirar para arriba hace el camino más grato, es como un auto eléctrico que al andar se va cargando de energía. Creo que realmente vale la pena.
Me encantó, también fan de mirar para arriba
Muy interesante y constructiva esta nota. Descubrí las fabulosas cúpulas de Buenos Aires por primera vez en las fotos de la revista del domingo, porque yo era de mirar siempre para el piso. Así fue como encontré monedas (cuando algo valían), billetes, pulseras, cadenitas, medallas, aros, botones y otras cosas que casi ni recuerdo. Pero ahora alterno. Miro las columnas hasta allá arriba donde se supone que terminan, los dinteles, me encanta mirar las rejas de balcones y portones (no las de las plazas), miro las puertas de madera antiguas talladas, y trato de ver las cúpulas que antes no miraba.
Agradezco el envío de este articulo y al autor.
Cuanta razón tiene Pablo Benegas circulamos por la Ciudad y no vemos estas bellezas. Felicitaciones por esa costumbre de observar y difundir
Felicitaciones primo Pablo¡¡¡
Una costumbre que debería promoverse. Uso mucho el auto y en las ocasiones que he transitado a pié me he sorprendido por las bellezas que no disfrutaba. Sigo a Pablo por su página de Face y he disfrutado de sus fotos. Una labor maravillosa.
Bien Benegas por mirar para arriba desde hace tanto. Mí viejo era arquitecto y compartía esa afición. Conocía la historia de muchos edificios emblemáticos de BUE. Pero además había estudiado con o conocía a Clorindo, César Pelli y otros así que conservaba en su disco rígido mucho del ADN de cada una de sus obras en la ciudad. Caminó treinta cuadras todos los días durante décadas y siempre tenía alguna historia para contar sobre muchos autores de edificios. Notables o no mucho. Abrazo a mi amigo PB.