Escribir nuestra biografía
Quién no ha pensado en algún momento en dejar un legado por escrito de su trayectoria de vida.

Así se trate de editar un simple par de ejemplares o una centena para poder releer luego y compartir con los más cercanos, la más importante de las historias de vida.
La nuestra.
Ya que mientras las palabras vuelan, las letras permanecen.
Tal vez ese libro sea el recuerdo de un viaje soñado o para agasajar a un familiar en una fecha especial (magnificado cuando existe además complicidad y sorpresa) y que justamente por tratarse de un presente tan valioso, no tiene precio.
Escribir una autobiografía produce un efecto terapéutico muy especial.
Es que el poder relatar la historia de nuestra vida, con sus luces y sombras, es altamente curativa y sanadora.
Poder desatar recuerdos para compartirlos luego con gente muy querida o para salir a lidiar en el campo editorial crea una sensación de autosatisfacción inigualable.
Tantas veces nos han dicho: “tu vida da para escribir un libro”… y si esperamos encontrar el momento ideal nunca existirá. El mejor momento es éste. Ahora!
Bien puede ser la recopilación de recuerdos, vivencias, viajes, a manera de miniensayos o anécdotas para evitar que se pierdan entre las nubes del olvido.
Escribir nuestra biografía es volver a vivir. Y a recordar. A compartir y perdonar.
Dicen que hay dos días principales en nuestras vidas, el día en que nacemos y el día que entendemos para qué.
Pues bien, ese ‘para qué’ es el que hay que dejar en claro y por escrito.
Y no hace falta esperar nueve meses para que vea la luz.
Cuatro o cinco meses alcanzan.
Ese autorretrato, esa selfie escrita es altamente productivo. Es un regalo de la vida que nos merecemos dar.
Un libro de memorias nos permite decir muchas veces lo que nunca dijimos, lo que permanecía guardado en el corazón bajo siete llaves y tal vez éste sea el momento de abrir el arcón de los recuerdos para liberarlos y dejarlos salir, con todos sus aromas y colores.
Ya que como sabemos, el escritor pinta con palabras lo que el pintor escribe con colores.
Dicen que en la tríada de la vida, para estar completa, se necesita tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro.
Criar un hijo es fácil, regar una planta también, pero ponerse a escribir un libro pareciera ser más difícil.
Pero no lo es. Solo hay que animarse.
Alguien dijo que “una auténtica pintura del más pequeño hombre es capaz de interesar al hombre más grande”.
De eso se trata. De volver a vivir.
Rafael Jijena Sánchez – Curaduría editorial- Biografías, info@rafaeljijenasanchez
UNA INICIATIVA INTERESANTE!!
Fantástico sitio, un aporte a la edad dorada y romper con la soledad.
Muy interesante.