Del Punk al Zen

Por Luz Martí

Juan Carlos Kreimer comenzó su pedaleo en la contracultura de los 70 dejando huella en el periodismo de rock. A medida que atesoraba kilómetros con su bici, la velocidad iba disminuyendo. Hoy apuesta a la cultura Zen.

Entró a un café, dejó la bici afuera, se sentó y sacó de la mochila su laptop. Apoyó el casco en una silla y se puso a trabajar.
– ¿Puedo sacarte una foto? Vos encarnás al senior que va dirigido nuestro espacio.

Le saqué la foto. Así lo conocí.

Pero Juan Carlos Kreimer me tenía reservadas muchas más sorpresas cuando me relató el camino de su vida.
Referente de la contracultura en los años 70, feroz interesado en el fenómeno punk y pionero del periodismo de rock en Argentina. Autodidacta, se formó en ese oficio trabajando en la redacción de Claudia junto a, nada menos que Olga Orozco, como compañera de escritorio y mentora.

Viajero incansable, recorrió Europa con su gamulán y sus mocasines de chico argentino. Nunca me gustó disfrazarme, fui vago para militar por ideas…Yo quería ver, entender. Prefería ser yo mismo, a mi manera.
En Londres, donde se ganaba la vida como acomodador en un teatro, escribe una novela que ofrece a editoriales españoles que la rechazan pero, para su sorpresa, lo desafían a entregar, en veinte días, un libro para tratar  de explicar lo que pasaba en esos años con el mundo del rock.  Acepta – era una torta de guita.

Vivienne Westwood y su marido custodiando los libros: Punk y Más allá del bien y del punk

Para eso cuenta con la simpatría y el apoyo de Vivienne Westwood,  diseñadora, madre de la  estética punk en la moda londinense, así como el de su marido, Malcom Mc Laren, representante de los Sex Pistols. Así nace PUNK, el libro que se convirtió en un referente fundamental para entender ese fenómeno.

En los 80 se instaló en Buzios y decide jugarse a escribir sólo acerca de lo que le interesa. Dos años después edita la revista Uno Mismo. Escribe mucho y corrige obsesivamente sus notas y las de sus redactores:

Las ganas de que tu idea sea comprendida dan vida al texto, la corrección cambia la cabeza del autor, la aclara, te obliga a buscar alternativas, a recurrir a la poética, a la elección de palabras exactas. El público buscaba leer acerca de vivencias concretas, no de algo lejano sino contado en primera persona, desde lo experimentado en aquí y ahora, de la transformación que uno iba notando, descubriendo. Nada de teorías.

Con esa misma ambición de compartir conocimientos, edita la colección de “Para Principiantes”, libros que, mezclando el comic con textos sencillos aborda temas profundos y alcanza a un público ávido de respuestas.

Vendía liebre por gato, agrega con una sonrisa.

Después de muchos años tenía ganas de dejar de ser “El Sr. Uno Mismo” para ser “el Sr. Nadie”: necesitaba escribir y seguir buscando en lo profundo, iluminando el conocimiento que ni sabemos que tenemos y que se acumula como sedimento mágico de sabidurías en todos y cada uno de nosotros.

A los 38 años siente su presencia plena mientras maneja la bici. Recuerda en detalle todo lo que vió en su recorrido, pero no en qué estaba pensando. Los enlaces de bici y zen se anudan indefectiblemente. Cuando andar en bici era una elección romántica o simplemente de pobre, su punkie interior vuelve a rechazar lo establecido y lo ve como una actitud inteligente.

Andar en bicicleta es meditar en movimiento. Pedaleando con la atención fija en el camino la mente se aquieta, vaciándose de pensamientos. No hay nada más. Deslizarse. Avanzar en silencio, sentir el suelo bajo las ruedas y el aire en la cara. Alcanzar la liviandad, experimentar la sensación de estar vivos.
Juan Carlos Kreimer a los 77 años sigue siendo el mismo chico de Castelar enamorado de su bici. Recorre en ella la ciudad desde hace muchísimos años. Ha ido a su trabajo, a hacer deportes, a entrevistas y a dar charlas y cursos montado en su dos ruedas.

Meditar es depurar por dentro. La mente se vacía y entra en un estado sutil de atención. Al meditar se alinean los distintos cuerpos que nos componen (físico, emocional, mental y otros menos registrables). Se barren las interferencias de la mente se abre la conciencia a un contacto no verbal y más profundo.

A partir de 2013 une tres pasiones: el ciclismo urbano, el budismo y la narrativa en un libro BICI ZEN que vuelve a editarse en febrero.
En abril 2022 publicará “El artista como buscador espiritual”: la necesidad de crear arte como búsqueda del sentido de la vida.
 La gente siente una necesidad quizá no muy clara de contactar con estados artísticos. Esto lo voy a apoyar con un curso para animarse a buscar aquello que no sabemos que tenemos, no desde la creatividad y el resultado, sino desde el permiso de expresarse.

Hoy, después de sobrevivir a dos muertes súbitas y con un marca pasos que cuida mi corazón, más que nunca siento que quiero ponerme al servicio del otro, de dar lo mejor de mi, de abrir caminos.

Me saluda, se pone el casco y se va en su bici a jugar al tenis.