Arte sin prejuicios
Omar Di Nardo, uno de los creativos más reconocidos de la publicidad argentina, nos cuenta su nuevo emprendimiento: Omicuadros… una nueva manera de mirar el arte, un negocio con notable potencial.

¿Cómo nace Omicuadros?
Toda mi vida me gustó dibujar, toda mi vida trabajé en publicidad… Del dibujo me quedó el gusto por las cosas lindas; de la publicidad, un arsenal de aprendizajes y uno que me sirvió mucho para este emprendimiento: el reconocimiento de los insights. Insight es una palabra que se usa mucho en nuestra profesión y no hay mucho acuerdo sobre qué quiere decir exactamente… pero, haciendo una traducción propia, diría que es algo que la gente quiere o necesita, aunque todavía no se haya dado cuenta que la quiere o la necesita. Yo me di cuenta que había mucha gente a la que le podía gustar tener un lindo cuadro en su casa pero, como no era entendida o “del palo”, no se animaba a elegir, tenía miedo de que el cuadro no “pegara” con su espacio o tal vez ni consideraba que un cuadro podía cambiarle totalmente un ambiente y hasta mejorar el humor de la casa… Mis cuadros son lindos, al menos eso me dicen, pero no son pretenciosos, no buscan que las visitas digan “uy, mirá el cuadro que tiene” o “fichá esa firma”… simplemente tratan de hacer más felices a las paredes y, sobre todo, a las personas que las habitan.

Podría decirse que lo tuyo es un producto pero también es un servicio…
Exactamente. La gente puede elegir entre temas ya realizados o puede pedir uno nuevo. En este último caso yo lo desarrollo, lo presento y, si el cliente me manda una foto del lugar adonde lo piensa colgar, hasta se lo “pego” en la pared. Es más: en algunos casos hasta sugiero algunos cambios en la decoración (o en el cuadro) para que ambos convivan armoniosamente. Si se aprueba la propuesta, entrego el cuadro y yo mismo lo coloco para asegurarme de que el sueño y la realidad resulten idénticos. Pero ahí tampoco acaba mi trabajo. Como ocurre en otros rubros menos “artísticos”, también incluyo un servicio posventa: si al cabo de unos días, el cliente no se siente cómodo con el cuadro o cambia de idea, voy y se lo cambio. Tiene 30 días para arrepentirse.
Por lo que contás, está claro que no tenés prejuicios con el arte.
Ninguno. Si es lindo, si me gusta, seguramente es arte. Al menos para mí. Tal vez eso es lo que más me entusiasma de este emprendimiento: la posibilidad de acercar un producto artístico a todo el mundo, a un precio muy accesible y hasta –si se quiere- con un plus didáctico: hace unos días un cliente me estaba pidiendo un diseño muy particular, solo porque le gustaba, y yo le comenté que ese diseño estaba inspirado en la Bauhaus, nada menos… El tipo se quedó encantado. Estaba eligiendo algo que le producía placer pero que, además, tenía un curriculum muy prestigioso.

Omicuadros es Omar hoy… contanos algo del Omar histórico.
Uy, eso es más largo. Cuando era chico, honestamente, no tenía idea de lo que era la publicidad. Estaba en la secundaria y mis viejos querían que siguiera una carrera tradicional. Pero, como te dije al principio, a mí me encantaba dibujar… Dibujaba en mis cuadernos, en mis carpetas, en las paredes… Un día, no recuerdo cómo, apareció la posibilidad de trabajar unas horas en algo que parecía ser una agencia de publicidad. Al poco tiempo me di cuenta que no era una agencia sino un boliche y que los dueños eran unos chantas… pero el bicho me había picado. Sin abandonar otros amores que todavía tengo (la arquitectura, la pintura, el diseño), me enamoré de la publicidad y nunca más la dejé. La profesión me sedujo, pero también es cierto que tuve maestros que me enseñaron a amarla: David Ratto, Ricardo De Luca, Gianni Gasparini, Raúl Salles…

Sos un apasionado de tu profesión.
Es que no hay otra forma de ejercerla. Es más: creo que no hay otra forma de vivir.
¿La pasión es algo natural o es algo que se puede incentivar?
En algunos casos es natural y en otros es algo que se puede llegar a desarrollar. Hace unos años me llamaron de la Escuela de Creativos para dictar un curso cuyo objetivo era precisamente ése: incentivar la pasión de los alumnos. Yo siempre fui un apasionado, pero honestamente nunca me había puesto a pensar en el tema. Estudié, investigué, finalmente acepté. Y quedé muy satisfecho. Normalmente en esas clases empezaban unos 35 chicos y terminaban unos 15. En esta experiencia empezaron 35 y terminaron 32. Se ve que algo logramos.

Estás iniciando un emprendimiento, ¿es más fácil emprender a los 70+ que a los 30 o 40?
Mucho más fácil. A los 30 o 40 todavía estás preocupado por demasiadas cosas: cómo sobrevivir, cómo criar a tus hijos, cómo ser “alguien”… A los 60 o 70 tenés toda la libertad del mundo para imaginar lo que quieras. Yo ya no tengo hijos para cuidar, no tengo que ir a trabajar… puedo poner en funcionamiento mi curiosidad las 24 horas del día. Si tenés salud y algunos recursos, creo que es una época fantástica para emprender lo que sea.

¿Por qué creés que en el último tiempo surgieron tantos emprendedores?
Supongo que las crisis, del país y del mundo, tienen mucho que ver. Ante la obsolescencia de ciertos trabajos tradicionales, la gente se reinventa… Sin embargo, si hablamos del último-último tiempo, creo que la pandemia, a pesar de haber sido y seguir siendo una desgracia atroz, también sirvió para incentivar la imaginación. Estás encerrado, no podés ir a la plaza, no podés ir a tomar un cafecito… algo se te tiene que ocurrir. Y bueno, ahí decidís: te quedás admirando tu idea o te convertís en un emprendedor.
Si querés compartir tu experiencia, no dejes de escribirnos a hola@amantesdelobueno.com
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