Amantes de lo Bueno - Carlos Fadigati: En su mundo

Carlos Fadigati: En su mundo

Las imágenes muestran… pero también cuentan. El silencioso retrato de un adulto mayor puede ser la puerta de entrada a miles de historias…

Italiano de nacimiento y argentino por adopción, fotografió libros de Francis Mallmann, Martiniano Molina, Donato De Santis, Gato Dumas y Ramiro Rodríguez Pardo, entre otros… Sus trabajos se lucieron en las revistas Cuisine&Vins, Vogue Argentina, Status, Visión, Playboy y Diners. Exhibió sus fotografías en infinidad de muestras en la Argentina y en el mundo, dictó cursos en su escuela y en diversas universidades, y recibió premios nacionales e internacionales. Actualmente vive y trabaja en Barcelona.

La abuela de Sergio
Por Carlos Fadigati: En su mundo

Sostenía por primera vez una Rolleiflex del año 53. Con esa reliquia voy a visitar a un vecino, de pronto veo a su abuela y empiezo a disparar… ella no para de reírse. Para distraerla le pregunto por su tierra… Y dice: “...soy de Calabria, de un pueblo llamado Lecce, justo en el taco de la bota. Cuando era joven juntábamos naranjas para venderlas en el pueblo y ayudar a la familia. Llegó la guerra y murió mi marido, era partisano… Después vinimos para acá… allá era difícil vivir, pero ya no me acuerdo, fue hace tanto tiempo…” Poco a poco su mirada comienza a perderse… parece haberse ido muy lejos… hasta que el suave click de mi cámara la vuelve a la realidad. Me mira, sonríe y susurra: “Grazie, Carlo… grazie per il viaggio”.

El señor Malbec
Por Carlos Fadigati: En su mundo

Exultante, feliz, orgulloso de la tarea realizada. Así intenté retratar a Ricardo Santos, el “Señor Malbec”, uno de los más importantes bodegueros argentinos. Santos trabajó incansablemente para convencer a los importadores americanos de que el Malbec era el futuro del vino argentino. Creó en 1971 el Norton-Mendoza Malbec, el primer Malbec que se exportó hacia los Estados Unidos, abriendo un camino que hasta entonces no se había recorrido. Y sobre esa idea construyó una identidad que hoy nos representa en todo el mundo. Ricardo murió en 2018. Retratarlo con su criatura en la mano, fue una enorme satisfacción personal.

Jorge Michel
Por Carlos Fadigati: En su mundo

Al escultor Jorge Michel ya lo había retratado varias veces, pero esta vez la revista que me había encargado el trabajo quería una foto para la tapa. “Hagamos una con algo que te identifique”, le dije. “Con los bloques de piedra, entonces”, contestó Jorge. Parecía mentira que nos hubiéramos puesto de acuerdo tan fácilmente… En dos patadas habíamos resuelto la toma… teóricamente. El problema es que los bloques eran pesadísimos… Honestamente sudamos la gota gorda, pero finalmente las piedras quedaron donde las queríamos poner… aunque todavía faltaba un detalle: Jorge quería agregarles una enigmática numeración… La verdad es que nunca entendí qué significaban esos numeritos, pero estaba demasiado cansado como para preguntar.

Antonia
Por Carlos Fadigati: En su mundo

Cuando conocí a Antonia, una sonriente campesina paraguaya, trabajaba como plantadora en el monte… Sus tesoros más preciados eran su pañuelo, sus botas y su palita. Lo demás era ocasional, iba y venía. Me contó que su familia eran los compañeros de cuadrilla con los cuales compartía todo. Cuando le pregunté qué imaginaba para su futuro se sorprendió, creo que nunca se le había cruzado esa idea por su cabeza… y lentamente respondió: “no sé, che señor… a nosotros nos llaman golondrinas porque estamos siempre volando de un lado a otro… no pensamos en eso que usted llama futuro… El futuro no existe, lo que existe es el presente”… Antonia me miró, agrandó aún más su sonrisa y siguió con su trabajo… de plantadora. Y de filósofa.

Ramiro
Por Carlos Fadigati: En su mundo

Estaba inmerso en una sesión de desnudos cuando me crucé con Ramiro Rodríguez Pardo. Para los que no lo conocen, Ramiro es un famoso cocinero que compartió innumerables aventuras con el inefable Gato Dumas. Medio en broma le pregunté: “¿Te animás a hacer un desnudo?”, a lo que para mi sorpresa respondió: “¿Por qué no?”. Empezó el juego, buscamos algún elemento que lo representara y nos dimos cuenta que los panes eran el complemento ideal para esta travesura. Pero faltaba algo que le diera un toque singular… Miramos alrededor del estudio y, colgando de un perchero, como esperándonos, estaban sus tradicionales tiradores… Ahora sí la toma estaba completa: no cabía duda que el retratado era Ramiro, pero uno que pocos imaginaban.

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